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Varias cuevas o conjuntos de sitios prehistóricos franceses o extranjeros están inscritos en la lista del Patrimonio mundial ya que son considerados como testimonios excepcionales de “obras maestras del genio creador humano” así como también “testimonios únicos o al menos excepcionales de una tradición cultural o una civilización desaparecida”. Tal es el caso por ejemplo de “La cueva de Altamira y el arte rupestre paleolítico del norte de España” y de los “Sitios prehistóricos y cuevas decoradas del valle de la Vézère”, ambos inscritos en la lista del Patrimonio mundial desde 1979. Estos bienes constan actualmente de 15 sitios, entre los cuales cabe mencionar el abrigo esculpido de Cap-Blanc.
El hecho de estar inscrito en Lista del Patrimonio Mundial no solo permite atraer a un público más numeroso. Implica también que el Estado se involucre plenamente para asegurar la integridad, la autenticidad, la protección y la gestión del sitio.