Hace aproximadamente 150 millones de años, el mar cubría el oeste de Francia. Luego se retira paulatinamente dejando al aire libre los depósitos marinos acumulados. Esos depósitos se erosionan mediante el ahondamiento de los valles mientras que los cursos de agua atacan las formaciones las más blandas. Los carst representan los testimonios fósiles de esos procesos.

La alteración física de los acantilados, principalmente por causa de gelifracción, permite la formación de abrigos rocosos. La alternancia de congelación y descongelación hunden los bancos rocosos más blandos y porosos. Progresivamente esos mecanismos crean un saliente, liberando el fondo del abrigo y una terraza o un lecho rocoso. El espacio que se constituye, llamado abrigo bajo-roca, es favorable a la instalación de los hombres del Paleolítico pues proporcionan un techo y un lugar para vivir a la luz del día.

Los sedimentos y fragmentos rocosos que se acumulan en el piso de los abrigos contribuyen al enterramiento rápido de los vestigios abandonados por el Hombre.