El arte esculpido se transforma en un soporte pedagógico, describiendo la relación privilegiada  existente entre las poblaciones magdalenienses y el mundo animal. Los caballos representados con las cabezas apuntando hacia abajo o con las cabezas dadas vuelta traducen también la voluntad de captar la actitud, el dinamismo del animal. La torsión de los cuerpos, que tiende a visibilizar los detalles anatómicos, traduce la voluntad de mostrar, mediante la forma, la concepción que los artistas se hacían de los animales.