Aunque no se pueda hablar de sedentarismo, observamos que el Magdaleniense se caracteriza por una fijación mayor del hábitat durante el tiempo. Los desplazamientos alternan con diferentes ocupaciones de larga duración, que bien podrían haberse repetido año tras año.

Varios tipos de instalaciones han sido registradas. Los Magdalenienses se han aprovechado de los abrigos naturales, ocupando refugios bajo rocas y entradas de cueva bien expuestas. Es posible que el abrigo haya sido cerrado con estructuras ligeras y pieles, utilizando probablemente también anillos perforados. En cambio, los hábitats en cueva son muy escasos.

Por otra parte se observa que los Magdalenienses ocuparon también instalaciones al aire libre.

Los sitios de Pincevent y Etiolles ubicados en la cuenca Parisina constan de pequeñas estructuras de hábitat en forma circular (carpa o choza) que estaban cubiertas por pieles sujetadas al piso por bloques de piedra. En Gönnersdof (Alemania), se encontraron hoyos para la realización de una carpintería liviana, probablemente en madera.

Esos hábitats son organizados. El piso fue probablemente pavimentado o dotado de insolación. El espacio está dividido en zonas de actividades especializadas. En Pincevent y Etiolles, el centro del hábitat está ocupado por fogones a partir de los cuales se distribuyen varias actividades circunscritas espacialmente (talla del sílex, fabricación de objetos en materia ósea, reparación de armas). En la periferia se sitúa la zona de descanso, sin vestigios.

En el valle de la Gartempe, cerca del Roc-aux-Sorciers, el sitio del Taillis-des-Coteaux atesta una ocupación del Magdaleniense medio. Estos sitios atestiguan de las etapas de desplazamiento de los grupos de esa época.