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Las cuevas decoradas: un entorno frágil
Las cuevas decoradas son organismos vivos de precario equilibrio. Cada cueva tiene una historia peculiar supeditada a las condiciones de su excavación por el agua y de su evolución. Por ejemplo, en la cueva Chauvet, los humanos prehistóricos no conocieron las concreciones que nos maravillan en la actualidad.
Las alteraciones de origen natural
Las coladas y los macarrones se desarrollaron mucho más tarde, durante el cambio de clima. Las infiltraciones de agua cargadas de caliza han recubierto por momentos la cueva y han dejado sobre las pinturas (como en la escena de los Signos de la sala de los Escenas rojas) una capa de calcita que compone a veces verdaderos monumentos de concreción. Los suelos también se recubrieron de cristales de calcita, que taparon ciertas huellas de los humanos y los animales, que a veces se ven por transparencia. También hubo hundimientos ocasionados por la aspiración de un nivel inferior, lo que explica que el búho de la sala Hillaire se encuentre en la actualidad en un lenar sobre el vacío.
Un frágil equilibrio
Una gran frecuentación puede ocasionar graves alteraciones de origen antrópico. Lascaux es un triste ejemplo de ello. El calor de los cuerpos de los visitantes, la exhalación de dióxido de carbono al respirar, las fotos y las películas que se toman, la irrupción de contaminantes que vienen del exterior, son elementos cruciales que ponen en riesgo la cueva al modificar el equilibrio interno. Es necesario ser prudente y reflexionar anticipando este tipo de degradaciones estableciendo un marco estricto de acceso a la cueva para protegerla globalmente y afianzar su salvaguarda futura.