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No admisión de público en la cueva
Justo después de su descubrimiento, se tomó la decisión de no abrir la cueva al público. Los tres descubridores, conscientes de la riqueza excepcional de su hallazgo, balizaron su trayecto con tiras de plástico desde el principio. Este paso obligatorio evitaba la destrucción de los suelos que no habían sido pisados desde hacía varios milenios. Se colocó muy rápidamente una puerta metálica provisional y hubo una vigilancia alterna de la entrada de la cueva tanto por parte de los descubridores como de los gendarmes. Luego se instaló un sistema sofisticado de vigilancia en los alrededores de la cueva.
Mantenimiento del equilibrio interno de la cueva
La principal obligación era la de mantener el frescor de las pinturas y de los vestigios en el suelo, protegidos por un hundimiento natural de la entrada de hace más de 20 000 años, para conseguir conservarlos a largo plazo. Los estudios llevados a cabo por laboratorios especializados (Laboratorio de investigación de monumentos históricos, Laboratorio subterráneo del CNRS de Moulis) permitieron establecer un reconocimiento del estado inicial de la cueva y de su situación microbiológica y climática. Hubo un primer análisis hidrogeológico que explicó el funcionamiento interno de la cueva y de sus intercambios con el exterior. Combinando dichos estudios se pudieron fijar las modalidades de frecuentación (períodos favorables, cupo de personas). Por fin, las obras de ensanchamiento de la gatera que, según los estudios, no modificaban el equilibrio interno, fueron iniciadas para permitir el paso de materiales destinados al acondicionamiento permanente de la cueva que precedía el estudio científico.