Roger Lombardot es autor y escenógrafo. Vive en Ardèche desde 1974. Las obras de teatro que ha escrito, cuarenta en total, han sido publicadas por la editorial Actes Sud y Les Cahiers de l’Égaré. Fueron creadas por él mismo pero también por otros directores. Las pinturas de la cueva Chauvet le inspiraron dos obras de teatro, La Rose y Homo Botticelli. 

 “Al llegar a la escena de los caballos me hallo delante de lo inverosímil. Tanto por la precisión en el trazo como por el realismo de la expresión… ¡La duda no es posible! Los artistas que lo hicieron eran unos genios… En el sentido de que poseían una visión admirable. Como los pintores renacentistas… Sé que estoy frente al arte universal. Eso que el auténtico pintor, el auténtico artista podrá hacer siempre. Que hará siempre. En todas las épocas encontramos gentes capaces de ello. Pero ¡encontrarlos ya ahí! Qué bofetón a nuestros estereotipos… el cliché del hombre de las cavernas que no va más allá de su piel de animal y su garrote. Y, a la luz de estas pinturas, está claro que los que las realizaron poseían una sensibilidad del tipo de la de los hombres más evolucionados de hoy en día. Me siento de nuevo abrumado. Minúsculo. Yo, que sería totalmente incapaz de poder expresar un día la idea de la vida a través de un dibujo… Y… ¡qué historia tan maravillosa!... esas imágenes que han atravesado miles de años y que nos han llegado intactas… Mejor dicho: instantáneas. Puesto que, repito, todo hace pensar que los artistas acaban de dejar los pinceles… ¡Mira!... las partículas que salieron al raspar están aún en suspensión… Es como si esas imágenes las acabaran de enviar por telecomunicación desde el pasado… A través de los siglos… ¡Imagina el choque temporal! ¡Da vértigo! … Y el choque siguiente… La certeza de encontrarme delante de la más antigua manifestación conocida del pensamiento humano…” 

La Rose, Les Cahiers de l’Égaré, 2003