Ese cráneo de oso colocado sin lugar a dudas de forma intencionada encima de un bloque de roca en el centro de la sala del Cráneo llamó la atención de los descubridores de la cueva. Poco después se fijaron en los húmeros de huesos de oso colocados verticalmente en los sedimentos de cada lado del derrumbe que se encuentra en la prolongación de la entrada prehistórica, cerca de un cráneo también de oso que ya habían observado. 

Cuando hicieron el inventario de los huesos que se veían en el suelo de la cueva, se esmeraron en detectar algún otro vestigio paleontológico desplazado, manipulado, o en todo caso que estuviera en una postura curiosa o anormal. Así constataron algunas anomalías. 

Aunque alguno de estos huesos hubiesen sido desplazados sin un objetivo preciso, solo durante las incursiones de los osos o de los humanos, algunos de ellos parecen haber sido movidos por una acción antrópica deliberada. Sin embargo, nunca se sabrán a ciencia cierta los motivos precisos de esas manipulaciones, y tendremos que contentarnos con formular hipótesis.

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  •  Húmero clavado verticalmente en el suelo

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