Las formas y deposiciones de esta sala atestiguan algunas de las etapas clave de la historia de la cueva. Después de la erosión hídrica, responsable de los lenares inversos del techo, la morfología y la sedimentación se han visto influenciadas por las fases de inundación y secado, relacionadas con la historia geológica regional marcada por las variaciones de nivel del Mediterráneo.

Los cortes del drenaje permiten detallar la evolución reciente de la sala, marcada por dos derrumbes encajados: el primero crea una depresión que se llena, al menos en parte, hace 130 000 años, ya que contiene vestigios de Ursus spelaeus, y fue sellado por concreciones blancas datadas entre 27 000 y 7 700 años. El segundo nos lleva a la morfología actual.

Los murciélagos, origen de los fosfatos que cubren el suelo de gris, y el oso, que alternó su presencia con la del ser humano, son los grandes colonizadores de la cavidad. Los humanos circularon por una sala menos concrecionada que hoy, con suelos más arcillosos, como es el caso del conjunto de la cueva. Sin embargo, el techo estalagmítico se empezó a formar cuando los gravetienses frecuentaban la gruta. El último drenaje es posterior a las ocupaciones humanas, tal y como atestiguan los gravados sobre los lenares que dominan el vacío. El estudio del polen revela la existencia en el exterior de una vegetación esteparia y de algunos árboles relegados a zonas protegidas.

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