El color desempeña un papel importante en el arte del paleolítico de la cueva. En esta cueva podemos hablar de un reparto espacial hecho por los auriñacienses en dos conjuntos distintos (desde la Entrada hasta el Umbral y desde el Umbral hasta el Fondo), que se traduce en un dispositivo parietal basado esencialmente en el rojo en la primera parte (sólo siete animales negros: dos felinos, tres mamuts, un bóvido y un animal indeterminado) y en el negro en la parte más profunda. Por lo que respecta a las escenas, se pueden identificar distintas preparaciones de pigmentos y distintas técnicas de aplicación.

Si el pigmento negro es exclusivamente carbón bruto, el rojo fue empleado tanto en forma de lápiz como de un pigmento. Las figuras animales están pintadas mayormente con nódulos de hematita y los signos con una mezcla preparada a base de polvo de ocre y agua. Los colores son variados y revelan fuentes de aprovisionamiento probablemente diversas. Existen venas de ocre en los alrededores, pero también en el interior de la propia cueva. Se ha procedido a realizar análisis físicos y colorimétricos para determinar el origen de las materias primas y los métodos de preparación y de aplicación de la pintura. 

Al contrario de lo que sucede con las obras hechas con tizón, los rojos no pueden datarse directamente al no contener materia orgánica. Se procede comparando y analizando las superposiciones y los procesos tafonómicos para vincular las figuras en un marco cronológico establecido por el carbono 14. Por el momento, cuando el rojo no completa una figura animal (como el rinoceronte que escupe de la sala del Fondo, por ejemplo) se considera que es de uso más bien antiguo.

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