Las técnicas de arte parietal identificadas en la cueva se pueden diferenciar en dos grupos: los diversos procesos de grabado (con la ayuda de un útil, los dedos...) y el aporte de pigmento (carbón, hematita, arcilla de pared...). Para la realización de esta última técnica se podrían haber utilizado «lápices» o pintura (cosa que implica una preparación del material y un medio de aplicación). El resultado son unos dibujos lineales rojos o negros, de contornos y superficies difuminados, pintura esparcida para crear motivos figurativos (pequeñas cabezas de caballo) o no (puntos...). Es necesario añadir los numerosos ejemplos de técnicas mixtas, mezclando dibujo al carbón y grabado con sílex, o carboncillo y pintura...

Desde su descubrimiento, el arte parietal de la cueva fue percibido como dos partes distintas y parcialmente imbricadas: un sector «rojo», que corresponde especialmente a las primeras salas, y un sector «negro», situado en las profundidades de la cavidad y donde parecen dominar los dibujos al carboncillo difuminado. En el enlace entre estos dos grandes segmentos espaciales, el grabado constituye la técnica más frecuente, en los lenares inversos rocosos alrededor del derrumbe y las paredes de la sala del Cráneo, constituyendo así y en cierto modo un sector «blanco».

El uso preferencial de una técnica se basa ante todo en su viabilidad; dicho de otra manera, se basa en la naturaleza geológica de las paredes disponibles (superficies blandas, duras, plásticas...) y su accessibilidad. Como es evidente, los dibujos rojos o negros no se pueden realizar sobre superficies cubiertas de arcilla, al contrario de las marcas digitales y los grabados: la distribución de las técnicas está, pues, muy ligada a las texturas de los soportes parietales. Más aún, las propiedades de los soportes pudieron haber desempeñado un rol de inspiración, de estimulación en la elección de los artistas prehistóricos.

La conservación tiene también un impacto importante en la distribución de estas técnicas, tal y como lo vemos hoy en día. Por ejemplo, las pinturas rojas sobreviven sobre los grandes dibujos con carbón de la sala del Fondo. Algunas corresponden a las primeras fases del dispositivo parietal del sitio y hoy están borradas o parcialmente borradas o destruidas por dibujos negros o zarpazos de oso. Igualmente, en la sala Hillaire, los auriñacienses borraron antiguos dibujos negros o grabados con sílex.

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