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Una de las particularidades arqueológicas de los santuarios paleolíticos reside en el poco material encontrado, tanto lítico como óseo. Lascaux se singulariza por la cantidad relativamente importante de material encontrado.
El lugar se frecuentó en tres ocasiones, del Paleolítico superior a inicios del Holoceno. Los indicios arqueológicos más antiguos se encuentran en el Pasaje, la Nave y el Pozo. Sólo se recogieron algunos fragmentos de carbón de madera, los cuales indican una estancia muy breve.
La segunda ocupación del yacimiento es contemporánea de las obras parietales. Se le atribuye todo el conjunto de artefactos líticos y óseos encontrado. Sólo se conoce la función de una parte de ellos: alumbrado, grabado o pintura, elementos de ornamento, herramientas variadas y restos óseos de reno o ciervo.
Los últimos testimonios de una frecuentación antigua aparecen solamente en la entrada de la cueva (sobre el cono de desprendimientos, en los socavones del Pasaje, así como a la vertical del Caballo caído).
El material asociado con el dibujo y la pintura
Han sido descubiertos cinco machacadores, tres vasos, y un número más elevado de pequeñas placas de caliza y esquisto, veintitrés en total, cuyas superficies maculadas por los pigmentos permiten precisar su función.
Los elementos de ornamento
Las 16 conchas recogidas son mayoritariamente fósiles. Tres poseen perforaciones destinadas a una utilización como elementos de ornamento. Están identificadas como procedentes del oeste de Francia, y certifican así la existencia de intercambios o desplazamientos de los grupos humanos sobre varios centenares de kilómetros.
El mobiliario lítico
Si las huellas de uso observadas sobre varias herramientas en sílex atestiguan su utilización en actividades vinculadas al grabado, otras, pueden relacionarse con el trabajo de la madera. Las laminillas de dorso dominan, setenta en total sobre los ciento doce útiles identificados. Se asocian estrechamente a azagayas, sobre todo en el Pozo. Su análisis morfológico pone de manifiesto que solamente uno de los dos bordes era cortante. Sobre algunas, la parte opuesta, así como la cara ventral, estaban cubiertas de un material orgánico de color rosáceo, una almáciga excepcionalmente conservada.
Los artefactos óseos
Los artefactos óseos se componen de azagayas, tres alfileres, una aguja, una lezna, una varilla de lascado y una vara de cuerno de reno trabajada. Los signos que ornan algunos de estos artefactos confirman su contemporaneidad con la iconografía parietal. Se documenta sobre uno de los fragmentos una sucesión de motivos angulares encajados, a semejanza de los que están grabados en los flancos del ciervo y del caballo del Ábside, en el cruce con el Pasaje. Este mismo motivo está inciso sobre el mango del quemador en arenisca roja descubierto en el Pozo. Observaciones idénticas para otra azagaya, entera, y otros dos fragmentos, en los que los signos cruciformes que los caracterizan se repiten sobre las paredes, en especial la del Divertículo axial, detrás del Gran toro negro, del Pasaje, sobre la grupa del caballo de la pared derecha, cerca del Ábside. Sobre este mismo caballo, se graba una cadena de trazos con forma de paréntesis, motivos que recuerdan a los de la vara de cuerno de reno.
Estas analogías gráficas certifican la gran homogeneidad del conjunto. Estas observaciones dejan entrever la unicidad del santuario.