Como sucedía en las épocas precedentes, los artefactos arqueológicos ofrecen a menudo información sobre la alimentación de los grupos humanos e ilustran tres de las etapas del proceso culinario: la conservación, la transformación y el consumo de los alimentos.

La conservación de los alimentos

La conservación de los productos alimenticios se efectúa en grandes urnas, doliums, ánforas o contenedores de adobe situados en una parte de la vivienda destinada a las reservas alimenticias –a veces una habitación entera está dedicada a esta función, siempre y cuando en la vivienda haya diversas-. En el interior de la ciudad no se han hallado silos, pero se puede imaginar una conservación en sacos u otros contenedores de madera colocados en estanterías o altillos.

La transformación de los alimentos

La preparación de los alimentos implica el tratamiento de los productos alimenticios, del producto en bruto al consumo, lo más a menudo en el marco familiar. Los molinos se instalan dentro de la habitación o en el patio y son utilizados cotidianamente. Las harinas y los cereales pueden mezclarse y triturarse en morteros de piedra o de cerámica. Los útiles de hierro hallados en las casas y las trazas observadas en los huesos de animales consumidos atestiguan prácticas elaboradas de despiece de la carne. La cocción de los preparados y de los productos se efectúa en los hogares y los hornos instalados dentro de las casas, en los patios, a veces incluso en la calle.

La consommation

Los recipientes cerámicos hallados por millares, sobre todo las grandes urnas indígenas y los recipientes de cocina importados, muestran una preferencia por el consumo de alimentos hervidos : cocidos de carne, sopas y potajes de verduras, gachas de cereales. Estos modos son indígenas. Algunos objetos, como los espetones, confirman que la carne podía también ser asada. En cambio, la fritura parece ser poco utilizada en contexto indígena : lo es más en contexto griego o fuertemente helenizado.
Si se puede suponer la existencia de vajilla de madera, la vajilla de metal es muy rara : esta rareza se debe quizás a la recuperación sistemática de los objetos para su refundición o un nuevo forjado. El consumo parece realizarse, al menos hasta finales del siglo II antes de nuestra era, en una fuente común (grandes cuencos) ; el servicio individual también existe (copas y pequeños cuencos).Parece difundirse desde el siglo II antes de nuestra era, como lo demuestra el número creciente de platos importados de Campania.

Las bebidas (agua, leche, vino) se consumen en copas de diversos tipos y tamaños ; las copas de tipo griego con asas son desde ahora mucho menos utilizadas ; se reemplazan, desde el siglo III antes de nuestra era, por copas de barniz negro sin asas procedentes de Italia, cuyas formas corresponden a las costumbres indígenas, lo que sugiere que los exportadores se han adaptado al mercado regional.