El nacimiento de la ciudad de Lattara

A finales del siglo VI antes de nuestra era, los indígenas, quizás estimulados por navegantes y comerciantes etruscos, se instalan durablemente sobre una eminencia que domina la laguna y los valles del río Lez : acaba de nacer la ciudad de Lattara. Es probable que esta fundación agrupe diversos hábitats más dispersos, anteriormente asentados en los alrededores inmediatos. Sin embargo, a pesar de esta reagrupación de una parte de la población, ciertos hábitats perdurarán en torno a la ciudad. En el núcleo de los intercambios y de las transferencias, Lattara jugará en adelante un papel predominante en la distribución de las importaciones y la difusión de las ideas, de las técnicas y de las personas.

La muralla

Desde su creación, en el siglo VI antes de nuestra era, la ciudad se dota de una muralla que ciñe un espacio de cerca de 3,3 hectáreas. Como sucede en el caso de la mayoría del resto de hábitats protohistóricos, este acondicionamiento protegerá la ciudad, y estructurará también sus grandes ejes. La forma global está cercana al triángulo : el único ángulo conocido, al sureste, está ligeramente redondeado ; los tres lados están formados por cortinas más o menos rectilíneas. En el sur, esta muralla se doblará con un antemuro.